Por: Psic. Monserrat López Lugo
Octavio Paz, escritor y
ensayista mexicano ganador del premio Nobel de Literatura, subrayaba la
importancia que el mexicano le da a la figura materna. Mucho tiene que ver con
los aztecas que adoraban a la Diosa Tonantzín ("madre venerada" en
náhuatl) hasta la época Colonial cuando aparece la Virgen de Guadalupe,
nombrada por la religión católica como la "madre de los mexicanos".
Paz ejemplificaba que lo podemos ver
incluso, en los populares insultos que la mayoría de las veces, van dirigidos
hacia la madre de la persona a la que buscamos ofender, pero que insultarte es
insultar a quien más cariño le tienes. Después de todo, la primera persona con
la que convives desde tu nacimiento, es con tu madre. Normalmente, es la
principal encargada de alimentar, cuidar y reconfortar al bebé, incluso, desde
el embarazo. Ya más adelante, se involucran más el papá, los hermanos u otros
familiares.
Sin embargo, no todos pueden decir que
tienen o tuvieron una madre presente, y las causas de esto pueden ser
múltiples. La más común suele ser a causa de fallecimiento, lo cual pudo haber
sucedido de varias formas, por ejemplo, durante el parto o en edades más
maduras. En el primer caso, se ha observado que suelen presentarse sentimientos
de culpa, conscientes o inconscientes en el hijo que sí sobrevivió y la madre
no. Muchos, incluso, llegan a creer que si no hubieran nacido, eso jamás habría
ocurrido.
En el caso de los que ya son mayores,
depende mucho de la edad. Entre más pequeño es uno, más dependiente de la mamá
es pero, al mismo tiempo, guarda menos recuerdos. Eso hace más difícil sentir
que alguna vez tuvo una mamá. Otros casos dependen de la causa de la muerte,
hay quienes sufrieron esta situación de forma inesperada o fue debido a una
enfermedad prolongada que les dio la oportunidad de despedirse, pero no se
vieron capaces de cuidar y salvar a su madre de la muerte. Por tanto, depende
de muchos factores; desde la edad, el motivo en sí y las condiciones hasta los
recuerdos, y en este sentido, no todos los casos van a ser iguales.
Del mismo modo, existen aquellas
familias cuya madre aún vive, pero no estuvo presente. Se trata de casos de
abandono de hogar, por ejemplo. Son varias las amas de casa que no se sienten
satisfechas en su rol como madres y emprenden una huida de sus
responsabilidades. Muchas de ellas porque fueron madres antes de estar
preparadas para serlo. Aún así, no todas abandonan sus obligaciones.
Otro ejemplo podría ser un divorcio.
Aunque la mayoría de las veces la custodia queda a cargo de la madre, hay
ocasiones que se decide que sea el padre u otro familiar el que tome el cuidado
de los hijos. Esto no significa que la madre esté ausente porque sólo los ve los fines de semana o en
vacaciones, es decir, eso no es un descuido, pero existen algunos casos en
donde sí surge un distanciamiento y dejan de estar a sus hijos durante,
incluso, años. Puede ser que, por ejemplo, ella ahora tenga una nueva vida o
familia.
Otra causa es que ella esté lejos, pero
no por decisión propia sino por otras causas, como que esté en la cárcel o en
otro país por problemas legales como migración. Hay que aclarar que esto no
necesariamente significa que la madre esté ausente, hay veces que aún con la
distancia las mamás mantienen el contacto con sus hijos vía correo, teléfono,
visitas, etc. Más bien, depende de qué tan frecuente y con cuanta calidad se da
este contacto con los hijos, y qué tan presente siente el hijo o hija que está
su madre aunque no sea físicamente.
Existen madres que están ausentes por
exceso de carga de trabajo. Es una realidad en nuestro país que para muchas
familias es imposible sostener un hogar sin que la madre trabaje, pero hay
veces que una adicción al trabajo o un deseo por salir más que estar en casa,
genera que no se conviva, ni siquiera, unos minutos al día con los hijos. Ambos
se convierten en desconocidos porque no comparten nada entre ellos. La mayoría
de las veces, terminan sintiendo rencor hacia ella por culpa de su descuido.
A diferencia de todos los ejemplos
anteriores, en algunas patologías vemos madres que sí están ahí presentes
físicamente, pero no tienen ningún tipo de acercamiento con sus hijos. Viven en
la misma casa, pero jamás se dirigen la palabra y ninguno parece preocupado por
el otro. Son madres permisivas que no parecen preocuparse, viven completamente
ausentes y aisladas.
Claro que hasta ahora hemos hablado de
madres biológicas; es decir, genéticamente las que dieron a luz a los hijos.
Sin embargo, son muchos los que sí crecieron con una figura materna aunque su
madre biológica estuviera ausente. Es decir, que alguien más asumió los
cuidados y cariños propios del rol de una madre. Puede haber sido una madre
sustituta como una madre adoptiva, una madrastra, una abuela, alguna tía,
hermana mayor o, incluso, alguien que estaba fuera de la familia.
Aunque
tampoco es necesario que se trate de una mujer, ya que un padre puede asumir
ambos roles, y ser padre y madre a la vez, sin contar con una figura femenina
presente. Lo mismo en el caso de los abuelos, tíos, hermanos, etc. Es verdad
que es complicado, en especial con las niñas, tomar un rol materno y enseñarles
a ser mujer si uno no lo es, pero no es algo imposible de lograr.
La mejor recomendación en el caso de
que sientas que hayas tenido una madre ausente, es platicarlo con algún
psicólogo que te puede guiar y ayudar a resolver cualquier conflicto o trauma
que eso te esté generando. Por otra parte, si tú eres una madre y temes no
estar presente en la vida de tus hijos, es importante que reflexiones si se
trata de un distanciamiento emocional o físico. Si es así, intenta convivir y
conocer más a tus hijos, y busca la ayuda de un profesional que resuelva tus
dudas y te acerque de la mejor manera a ellos.
Recuerda que una madre presente es de
gran ayuda y va ligado a la confianza, cuidado, autoestima y amor.